I'm gonna get down with his soul...

Tu mano rozó mi espalda. Sabía que el mundo iba a caer esa tarde. Mi suelo se alejaba de mi realidad. Tu voz abrazó mis caderas y contó secretos a mis piernas. Tu boca escapaba de mi cuello y se refugiaba en mi pecho. Tu pie, que juega a seguir mi pierna, delatan los secretos de tu voz. Y yo me pierdo. Me entrego al placer de sentirte en tu ausencia. Tendida en la cama siento tu mano bordear mis labios, saboreando lo insaboreable, mientras tu boca se acerca para hablar con la mía. Mi aire es tu aire. Mi cuerpo es, hoy, tu cuerpo. Tu respiración toca mi nuca y tus manos alcanzan mi pelivs. La impaciencia de mis manos se apaciguan con tu impaciencia.
El ambiente está húmedo y hace calor. Es el comienzo de mi apocalipsis. Una larga caída para seguir cayendo. Tu pérdida de equilibrio por las bebidas exóticas que se te ocurren probar intentan llevarme al éxtasis. Y tus manos entretienen mis curvas. Tus dientes raspan mis pezones, con ganas de morderlos, siempre sin saber cómo lastimarlos. Y fuertemente caes arriba mío. Tu peso se siente aún cuando no estás presente. El calor de tu cuerpo es el ventilador de mi mente. Tu pecho es lo que ahora me alimenta y mi pelo es lo que se enreda en tus manos sedientas de mi. No es mi cuerpo la única trampa y me impaciento por sentirte más adentro. Tu entrada exalta mi vitalidad, acelera mi corazón y me aleja del mundo. Es algo exquisito. Sin jugarretas. Sin escondidas. El calor de tu cuerpo que se transforma en mi agua, mis dientes que saben lastimar más que los tuyos y mis ojos que miran tus deseos.
Así fue. Mi mundo calló esa tarde. Se durmió en mis sueños y sintió tu piel.