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Pedí estuvieras conmigo en este pequeño incendio. El frío de la noche estaba helando las fuentes. Me encontré agresiva. Arriba tuyo. Acariciando tu cuello con mis labios y lengua. Bajé mi mano para condenarte y allí quedamos. Jugando. En batalla. El cambio de ambiente determinó el cambio de acción. Y te quise desnudo delante mio. Esta noche. Los tragos y tu cuerpo. Ya no jugaban ni el frío ni el fuego. Y mis manos ardían como mi boca. Eras mio. Fui tuya. Y ambos nos transportamos. La risa nos devolvió la vida. Las palabras llenaron una nueva espera. Y la despedida un nuevo viaje. Humo que mata pulmones despidieron nuestras bocas
y la cama nos apogeo de la nueva rutina que nos esperaba.-
y la cama nos apogeo de la nueva rutina que nos esperaba.-